martes, 24 de abril de 2007

Nota después del Día del Libro (I)

No lo pude poner en su oportunidad, pero comento lo siguiente:

Será que no me he puesto a buscar con ahínco, pero en la zona en la que vivo (municipio de Ecatepec, Estado de México) no hay muchas librerías. Existen las secciones de libros de las tiendas de autoservicio, pero expenden títulos como "Más allá del Código Da Vinci" o guías de Feng-Shui y simplezas semejantes. Un día me sorprendió ver un libro de Michael Moore, pero el inventario es invariablemente escaso y de baja calidad en dichos establecimientos.

Tal oferta puede ser lamentable si se piensa que alguien, persuadido por la promoción anual de la lectura que se recetó en días anteriores a raíz del Día Internacional del Libro, se aproxime a la palabra impresa a través de obras que difunden este tipo de engañifas y se las crea porque:

a)Vienen en un libro.
b)Desconoce de información crítica respecto a lo que esos libros afirman y promueven.

Un lector bisoño puede terminar engrosando la clientela de algún promotor de cualquier disparate pues presta su confianza a cualquier libro si no cuenta con la información que le ponga en guardia ante los embustes. Por ejemplo, un día observé a un par de jóvenes, de entre 15 y 17 años, hojeaban con curiosidad los títulos del anaquel del supermercado en el que me encontraba, y terminaron por llevarse un libro sobre el Código Da Vinci dando muestras, a mi punto de ver, de genuino interés. Libros como ése pueden dejarle la idea errónea de que se trata de información verídica y confiable -Si hasta en la tele hablan de ese asunto-, o pueden defraudar al lector y alejarlo para siempre.

A mí me pasó algo similar: tenía unos diez años, y en aquel entonces estaba entusiasmado por las maravillas que ofrecía el "fenómeno OVNI"; estando en el súper el único libro interesante que encontré en ese anaquel fue uno de Von Daniken, y durante un buen rato anduve por la vida con la certeza de que astronautas alienígenas arios habían enseñado en Sudamérica a los incas arquitectura, dejando a su paso un álbum de recuerdos en piezas de orfebrería. Si estaba en un libro, algo tendría de cierto, pensé entonces.

Para mi fue una sorpresa el enterarme años después de que todo eso era un cuentazo. Además, caí en la cuenta de que debía ser más selectivo en lo que al material impreso se refiere.

No hay "libros" así nada más, en abstracto. La lectura desinformada puede ser tan grave como el no leer en absoluto.

1 comentario:

Andrés Tonini dijo...

A todos nos pasó, creo.

Todavía conservo en mi biblioteca varios libros magufos que en mi infancia tardía y adolescencia temprana llegué a considerar como "reveladores".

Sí, me pasó lo mismo con Daniken...

Es un hecho que hace mucha falta que la información crítica esté más disponible. En mi caso me llevó muchos tiempo librarme por completo de esas influencias, en parte por la dificultad de encontrar esta informción.

Ya hablaré de esto en una próxima entrada.

Suerte.